© Mauricio Mo
Juan Rulfo, LIBROS Y LIBREROS
Este es una breve, pero no menos interesante conversación entre Fernando Benítez y Juan Rulfo con respecto a los Libreros de Viejo, extraída del libro homenaje “Inframundo, el México de Juan Rulfo” Ediciones del Norte, México, 1983
(-Benítez- Háblame un poco de librerías y libreros.
-Rulfo- Se podría escribir una novela con los libreros de viejo. Si hay mafias de cuatreros de vacas en mi tierra hay también mafias de cuatreros de libros en la ciudad. Por la época en que Arreola, Alatorre, el Inca Juan Durand y yo incursionábamos por las librerías había un tipo dotado de una memoria visual prodigiosa. Le bastaba echar una ojeada a una biblioteca para localizar los ejemplares valiosos y cuando alguien le pedía uno de esos libros, se lo vendía por adelantado, luego iba a la biblioteca, dejaba varios libros en prenda del que se llevaba y durante varios meses desaparecía. Se llevaba lo mejor y dejaba la basura o simplemente se robaba los libros. Sus sacos, en apariencia normales, tenían grandes bolsas y podía incluso robarse diccionarios. Participaba en las almonedas del Monte de Piedad y pujaba para hacer rabiar a sus colegas y era un bibliógrafo consumado. Nadie logró saber nunca cómo se robaba los libros. Los Porrúa terminaron por correrlo. En realidad todos los libreros de viejo son ladrones y cada uno tiene una historia muy interesante.)
Librerías y Libreros de Viejo los hay de muchos tipos, desde ordenados y limpios hasta acumuladores y sucios, los hay interesados en el dinero y también los interesados en compartir el conocimiento con el que comercian, pero sin duda, de no ser por ellos, mucho de ese conocimiento ya se hubiera perdido en quemazones de herencias, comidos por insectos y hasta reciclados para fabricar cartón de ínfima calidad.
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